Desde muy pequeños se nos ha enseñado a diferenciar qué es lo bueno y qué es lo malo. La distinción entre lo correcto y lo incorrecto, lo que se acepta y lo que se rechaza, se convierte en un hábito cotidiano. Como seres racionales y pertenecientes a un determinado grupo social, debemos establecer las normas que nos permitan moldear nuestras ideas y conductas de acuerdo al código ético que se imponga a través de un convenio.
¿Qué es la ética? La respuesta idónea a la pregunta del millón sería: “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”.[1] Pero para entender más fácil la definición de este término debemos esclarecer particularmente a la moral.
Cada uno de nosotros tenemos un conjunto de principios que va estructurando nuestra personalidad. Actuamos día a día a partir de los valores que poseemos y ejercemos al interactuar con los demás. Esa serie de principios y valores que nos guían por la vida conforman nuestra moral −regla general del comportamiento social− que constituye esa parte del estudio de la filosofía denominada “ética”.
La ética no es otra cosa más que la herencia cultural que nos dice cómo debemos actuar, pensar y hablar en sociedad. La experiencia nos hace capaces de diferenciar entre el bien y el mal con nuestra conciencia como intermediaria entre estas dos dicotomías. El ser humano es responsable de sus propios actos y debe obedecer el código de conducta establecido; de otra manera cargaría con su propia cruda moral por sus malas decisiones.
Actualmente la ética se ha diversificado en distintos quehaceres del hombre. El ejemplo se da al hablar de ética profesional de las personas que se desenvuelven en alguna labor específica, como es el caso del periodista. Ellos deben poseer ciertos valores y virtudes que le permitan ejercer su profesión de forma satisfactoria, sobre todo con honestidad. El periodista realiza su trabajo a partir de las reglas establecidas dentro de su área para poder lograr sus fines adecuadamente. La ética le permite al profesional cumplir con su función, y en conjunto, nos permite vivir en armonía.
¿Qué es la ética? La respuesta idónea a la pregunta del millón sería: “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”.[1] Pero para entender más fácil la definición de este término debemos esclarecer particularmente a la moral.
Cada uno de nosotros tenemos un conjunto de principios que va estructurando nuestra personalidad. Actuamos día a día a partir de los valores que poseemos y ejercemos al interactuar con los demás. Esa serie de principios y valores que nos guían por la vida conforman nuestra moral −regla general del comportamiento social− que constituye esa parte del estudio de la filosofía denominada “ética”.
La ética no es otra cosa más que la herencia cultural que nos dice cómo debemos actuar, pensar y hablar en sociedad. La experiencia nos hace capaces de diferenciar entre el bien y el mal con nuestra conciencia como intermediaria entre estas dos dicotomías. El ser humano es responsable de sus propios actos y debe obedecer el código de conducta establecido; de otra manera cargaría con su propia cruda moral por sus malas decisiones.
Actualmente la ética se ha diversificado en distintos quehaceres del hombre. El ejemplo se da al hablar de ética profesional de las personas que se desenvuelven en alguna labor específica, como es el caso del periodista. Ellos deben poseer ciertos valores y virtudes que le permitan ejercer su profesión de forma satisfactoria, sobre todo con honestidad. El periodista realiza su trabajo a partir de las reglas establecidas dentro de su área para poder lograr sus fines adecuadamente. La ética le permite al profesional cumplir con su función, y en conjunto, nos permite vivir en armonía.
Omar López, estudiante FES-Aragón-UNAM
[1] Real Academia Española: Diccionario de la lengua española – vigésima segunda edición.
[1] Real Academia Española: Diccionario de la lengua española – vigésima segunda edición.
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