martes, 14 de abril de 2009

Reseña crítica del libro: Diez días que Conmovieron al Mundo de John Reed


John Reed nació el 22 de Octubre de 1887, en Portland Oregon, en el seno de una familia acomodada. Padeció muchas enfermedades durante su niñez que le obligaron a permanecer largas temporadas en cama. Para entretenerse, leía durante horas sumergido en un mundo de fantasía que le proporcionaba las aventuras que su realidad le negaba.
Estudió en la Universidad de Harvard; ahí dejó atrás su naturaleza enfermiza y se dedicó al deporte y a la política. En 1910 salió de la Universidad, viajó durante algún tiempo por Europa y al fin regresó a su país, soñando con convertir en realidad su viejo anhelo de ser escritor. Se estableció en Nueva York, y fue ahí en donde conoció al famoso periodista Lincoln Steffens, que le ayudó a conseguir empleos en diarios y revistas, al mismo tiempo que lo introducía al ambiente progresista de la ciudad.


Su primer reportaje fue en ocasión de la huelga de Paterson; Nueva Jersey en 1913. En 1913 el Metropolitan le envió a cubrir la información de la lucha armada en México; de aquella estancia surgió uno de sus libros más memorables: “México Insurgente”. Al terminar su comisión, partió hacia el frente europeo en donde se había iniciado la Gran Guerra, sus artículos enviados al Metropolitan fueron reagrupados y publicados en 1916 como libro, bajo el título de “La Guerra en la Europa Oriental”. En 1917 viajó a Rusia como corresponsal para narrar los hechos de la Revolución y escribió, lo que se ha considerado como su obra maestra: “ Los Diez Días que Conmovieron al Mundo”. Al cabo de un tiempo regresó a su país, para encontrarse que Estados Unidos ingresaba a la guerra, así que decidió alejarse de todo aquello, y volvió a Rusia en donde finalmente falleció en Moscú, víctima del tifo, en Octubre de 1920. Sus restos descansan en el Kremlin. [1]

Reza una frase del bravo revolucionario Emiliano Zapata: “Es preferible morir de pie, que vivir toda una vida arrodillado”; y sin lugar a dudas es la frase que mejor resume esta legendaria pugna de intereses, singularmente narrada por el escritor norteamericano Jhon Reed; ya que detalla cada hecho según se sucedió ante su aguzada vista.

Sin embargo aunque el texto en varias veces suele tornarse confuso y monótono y esto a su vez provoca la necesidad de releer los párrafos tan fielmente escritos; es la historia en sí la que se va mostrando más benevolente con el lector que posea el interés por conocer acerca del padecer de los pueblos subyugados a manos de los más privilegiados, pero que han sabido abrir prontamente los ojos de la inteligencia y tomar cartas en el asunto, promoviendo grandes cambios impulsados por distintos factores y personas que ven en estos levantamientos oportunidades demasiado buenas para ser desechadas; pero de igual manera que había grupos con intereses propios; los había con ganas de ayudar realmente a la causa que le diera origen el de abolir el poder zarista y reintegrar las tierras a quien realmente pertenecían; el pueblo ruso.

Rusia se hallaba inmersa en una ardiente batalla, el ambiente enrarecido debido a las constantes muertes de patriotas que daban la vida o les era arrebatada por honor a la causa, lo que ya mermaban en el espíritu del pueblo que se encolerizaba al ser testigo de aquella masacre. Las masas del proletariado clamaban y en ocasiones exigían la resolución de los problemas para llegar a la paz, palabra que anhelaban conocer y que significaría el fin a la guerra y la devolución de los bienes que por derecho les pertenecían y que la aristocracia había retenido hasta hacía no muy poco. Las divisiones de intereses dificultaban dicha resolución dando como resultado la creación de varios grupos en pugna como: los mencheviques y los bolcheviques que se arrebataban los unos a los otros el poder (situación no muy lejana a la nuestra). Surgiendo un golpe de estado a manos del General Kornilov para desconocer el poder y el objetivo de uno de estos grupos (los bolcheviques).


La presión ejercida por Lenin a los Bolcheviques hicieron que los anhelos de las masas se viesen materializados observando con sus propios ojos el derrocamiento del gobierno provisional anunciado por Trotski después de la toma del palacio de invierno; para después cederles el poder a los soviets (representantes del pueblo). Esta es una historia sobre una época pero sobre todo una historia sobre la negativa del pueblo ruso a seguir arrodillado.

Reed, Jhon. Diez días que conmovieron al mundo.5ª ed. México. Cia general de ediciones, S. A. 211pp.
[1] Reed, Jhon México Insurgente. Guadalupe Obón. Ed. Época. 5-7 pp.

María de la Luz Morales, FES-Aragón-UNAM

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