sábado, 25 de abril de 2009

Siuateyuga

Siuateyuga viene del Nauatl siuatl “mujer”, te “gente” y youak “noche”, literalmente mujer de noche o mujer nocturna. Pero este, no es una mujer, sino un hombre que se viste de mujer. Este personaje castiga con miedo o la muerte a los transgresores de la muerte. Por lo general el asustado se salva y cuenta a lo que se exponen si no respetan y cumplen las normas establecidas por la comunidad, por eso hay que irse a dormir tan pronto como cae la noche, a sabiendas de que el día es vida y la noche es muerte; con la oscuridad suceden cosas; la noche está llena de “pecados” y de peligros.
El relato procede de Xalitla, de la región del Alto Balsas, Guerrero, y existe una estrecha relación entre la muerte y Siuateyuga, quien algunas veces conduce al asustado por un monte hasta una cueva, quizá “Entrada al Mictlan” o al inframundo que refieren las crónicas coloniales, por donde se llega al lugar de la muerte.
Elsa Malvido explica un poco la relación de personajes verídicos y ficticios (que forman parte de la cosmovisión indígena), argumentando que, entre los conceptos más antiguos de la vida y de la muerte, el ser, para no desaparecer totalmente después de la muerte, tiene “un doble” que sobrevive a su lado….y al separarse de su cuerpo se materializaba frente a otros en determinados momentos, dando pie a la idea de las apariciones. Para los nahuas de la región del Alto Balsas el ser humano está compuesto por tres partes que lo mantienen en movimiento: Itlacayo “su cuerpo”, Itonal “su alma” o “su sombra”, Inaual “su dualidad”.
Aquí el relato o leyenda se tomó como una expresión literaria, como “tradición oral”, como un acto simbólico que regula la conducta social de un pueblo indígena. Como símbolo que se vale del miedo para alcanzar su fin. Quizá el relato de Siuateyuga podría abrir un nuevo tipo de cuento por su contenido cívico-religioso, ya que establece relación con algunas deidades y su función en la vida comunitaria, sus características de salir en la noche, de atajar y espantar a una persona, a veces de atraerla y conducirla hasta una cueva quizá para recordar a los trasnochadores-los vivos-que la noche pertenece a los muertos.
Axel Ortiz, FES-Aragón-UNAM

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