Octavio Paz
Es raro hablar de Soledad cuando vivimos en una gran sociedad, cuando estamos rodeados de muchas personas y aún más cuando tenemos innúmerables festejos al año, pero paradójicamente ocurre, es decir, en la búsqueda de nuestros orígenes, nos hemos quedado en el camino, decidimos esperar que las otras personas lo hagan o quedarnos así como estamos, sin importar lo raro que te sientas en ese grupo o situación, “sentirse solo no es sentirse inferior sino distinto. El sentimiento de soledad no es una ilusión, sino la expresión de un hecho real: somos de verdad distintos. Y de verdad, estamos solos”1.
Desafortunadamente hemos crecido en una constante lucha por averiguar quién es el mejor, por un lado, desde las antiguas civilizaciones, en donde los aztecas tenían dominadas a las demás culturas y a esta cultura –azteca- inesperadamente llegaron a controlarla los españoles y a destruirla, junto a todas las demás. Pero a pesar del sometimiento por parte de los españoles, hacia una religión, forma de pensar, sentir, actuar, vestir, etcétera, pareció una liberación a los pueblos sometidos por los aztecas.
Y por el otro, la lucha de sexos por ver quien es el mejor y se le suma la idea de quien traiciona más. Existe el pensamiento de que la mujer es la que tiende a hacerlo, debido a su naturaleza, naturaleza que habla de una rajada que nos caracteriza a las mujeres y nos hace ver una “victima endurecida e insensible al sufrimiento”1, pero hay otra imagen de la mujer: la mujer mala; “…la mala mujer casi siempre se presenta acompañada de la idea de actividad, a la inversa de la abnegada madre, de la novia que espera, y del ídolo hermético, seres estáticos, la mala va y viene, busca a los hombres, los abandona…La mala es dura, impía, independiente, como el macho”1. Es un razonamiento que tiene sus partes machistas y sus partes verdaderas, pero no por el simple hecho de ser independiente signifique que actuamos mal o por el hecho de que no seamos sumisas, pero hemos sido estigmatizadas así, porque la gran mayoría de las veces nos comportamos de esa manera; sumisas a los requerimientos de los hombres o de otras personas que nos llegan a intimidar.
Estamos hoy en día en una sociedad muy cerrada, a pesar de que con el paso de los años tendría que ser diferente, más sin embargo no lo ha sido, cada vez nos mimetizamos más en nuestro mundo y por lo tanto, nos aislamos. Hemos hecho un gran recorrido, destacándose la violencia, el egoísmo, el miedo, la sumisión, la rebeldía, y sobre todo la soledad.
Es raro hablar de Soledad cuando vivimos en una gran sociedad, cuando estamos rodeados de muchas personas y aún más cuando tenemos innúmerables festejos al año, pero paradójicamente ocurre, es decir, en la búsqueda de nuestros orígenes, nos hemos quedado en el camino, decidimos esperar que las otras personas lo hagan o quedarnos así como estamos, sin importar lo raro que te sientas en ese grupo o situación, “sentirse solo no es sentirse inferior sino distinto. El sentimiento de soledad no es una ilusión, sino la expresión de un hecho real: somos de verdad distintos. Y de verdad, estamos solos”1.
Desafortunadamente hemos crecido en una constante lucha por averiguar quién es el mejor, por un lado, desde las antiguas civilizaciones, en donde los aztecas tenían dominadas a las demás culturas y a esta cultura –azteca- inesperadamente llegaron a controlarla los españoles y a destruirla, junto a todas las demás. Pero a pesar del sometimiento por parte de los españoles, hacia una religión, forma de pensar, sentir, actuar, vestir, etcétera, pareció una liberación a los pueblos sometidos por los aztecas.
Y por el otro, la lucha de sexos por ver quien es el mejor y se le suma la idea de quien traiciona más. Existe el pensamiento de que la mujer es la que tiende a hacerlo, debido a su naturaleza, naturaleza que habla de una rajada que nos caracteriza a las mujeres y nos hace ver una “victima endurecida e insensible al sufrimiento”1, pero hay otra imagen de la mujer: la mujer mala; “…la mala mujer casi siempre se presenta acompañada de la idea de actividad, a la inversa de la abnegada madre, de la novia que espera, y del ídolo hermético, seres estáticos, la mala va y viene, busca a los hombres, los abandona…La mala es dura, impía, independiente, como el macho”1. Es un razonamiento que tiene sus partes machistas y sus partes verdaderas, pero no por el simple hecho de ser independiente signifique que actuamos mal o por el hecho de que no seamos sumisas, pero hemos sido estigmatizadas así, porque la gran mayoría de las veces nos comportamos de esa manera; sumisas a los requerimientos de los hombres o de otras personas que nos llegan a intimidar.
Estamos hoy en día en una sociedad muy cerrada, a pesar de que con el paso de los años tendría que ser diferente, más sin embargo no lo ha sido, cada vez nos mimetizamos más en nuestro mundo y por lo tanto, nos aislamos. Hemos hecho un gran recorrido, destacándose la violencia, el egoísmo, el miedo, la sumisión, la rebeldía, y sobre todo la soledad.
Claudia Amezquita, FES-Aragón-UNAM
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