De Isabel Allende el libro narra la historia de Alexander Cold que debido a la enfermedad que sufre su madre, queda a cargo de su abuela Kate Cold, que se encuentra próxima a realizar una expedición para el International Geographic en el amazonas, en busca de “la bestia”. En este viaje Alexander se encuentra con muchas personas, pero en especial con Nadia Santos, una niña muy distinta a las que él conocía, llegan a formar una bonita amistad, cuando emprenden el viaje al interior de la selva, son raptados por la gente de la neblina, ya que Alexander y Nadia son los elegidos por los dioses para proteger su pueblo.
Ellos son regidos por sus animales totémicos, el jaguar negro para el muchacho y el águila para la niña. Con la fuerza de sus tótems y la visibilidad de su corazón ellos hacen un viaje especial a la ciudad de los dioses, el lugar mítico llamado “el dorado” es la ciudad en la que éstos viven. En este lugar tienen la oportunidad de ver a las bestias, que son unos seres de mas de 3 metros de largo, con un olor tan penetrante que inmoviliza, y demasiado lentos; su metabolismo era tan lento que podían vivir siglos por lo cual ellos preservaban la historia de la gente de la neblina.
En esta historia tampoco pueden faltar los villanos, en este caso, cazadores en busca de riquezas y el exterminio de la tribu de la neblina, buscaban desaparecerla inyectándoles una supuesta vacuna que en realidad era el virus del sarampión pero con ayuda de las bestias, esto no fue posible y quedan como en toda buena historia, derrotados.
En lo personal me gusta mucho este libro porque hace volar demasiado mi imaginación, al recrear los paisajes, los sonidos, incluso los olores, soy una persona muy fantasiosa así que este tipo de lecturas me agradan bastante. Este libro me hace reflexionar sobre todo aquello a lo que le atribuimos valor pero que en realidad es algo superfluo y no es tan valioso como las cosas sencillas como el simple hecho de existir y estar disfrutando de un mundo que poco a poco queremos destruir por culpa de ambiciones estúpidas e inútiles.
Por Anayd Huerta, estudiante de Comunicación y Periodismo, FES-Aragón
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