miércoles, 19 de marzo de 2008

La piel del cielo

Elena Poniatowska nos relata la frívola y compleja existencia de Lorenzo de Tena junto a la calma que el universo producía en su enigmática vida que nunca logra comprender ya que como él mismo se llega a plantear se divide en dos personalidades tan contrastantes como lo son la de Lorenzo de Tena, el científico reconocido, que no encuentra obstáculo alguno en el universo que lo envuelve dentro de las mas profundas reflexiones científicas mientras que por el otro lado se encuentra un Lorenzo de tena misógino, amargo, solo, que no es capaz de comprender que es lo que en verdad lo envuelve a él y a ese halo de misterio patético que se podría llamar su distintivo de entre las personas que lo rodean.

La vida del niño, joven y adulto De Tena gira en torno a los misterios de un universo en constante movimiento, que le crea una determinante admiración y vocación a lo largo de su vida, y el cual compara con la estática y paralizante vida en México a la que no es capaz de comprender y con la que combate constantemente como estudiante fallido de leyes ,como astrónomo que choca entre la corrupción y la mentalidad mediocre mexicana y como miembro de una familia tradicional mexicana en donde la religión se vuelve un enemigo personal por su característica de dominación.

En si la obra nos demuestra por medio de la vida de Lorenzo De Tena varios aspectos en la vida de muchos de nosotros como lo son el amor; visto como un puñado de incógnitas hediondas que penetran e inconciente humano y de igual manera plasma la vida en México desde los cuarenta hasta la llegada del Internet en donde descubre la intricada red de corrupción e ineptitud de México ante problemas como la pobreza y la educación, generando un contraste de aptitud derrumbada por el poco apoyo y visón de la ciencia y tecnología en México. La muerte como un destino de astros y hombres, la amistad como una difícil relación decepcionada por los falsos ideales y las mujeres como una obsesión aparentemente impenetrable por su destino.
Por Obed Rosas, estudiante de Comunicación y Periodismo, FES-Aragón

No hay comentarios: